Ya no sé qué es perder el control.
¡Todo es tan diferente! ¡Soy tan diferente!
Me cuesta sonreír como antes, también llorar como antes.
Mi corazón parece relentizado en una habitación oscura y mi garganta cerrada frente a las palabras que quieren salir pero no lo hacen.
Así finjo los días felices con muecas de sonrisas.
Espero que te vayas en vez de verte regresar. Me escondo en faenas y deberes para no mirarte a los ojos.
Cumplo, sólo cumplo con lo que se espera hasta que llega la noche y, entre sueños, vuelvo a sonreír, a gritar, a llorar, a desear.
Tú mataste quien yo era y yo me dejé morir y yo ya no sé qué es perder el control. ¡Todo es tan diferente! ¡Soy tan diferente!.
Me cuesta sonreír, también llorar… y mi garganta cerrada desea no ser invadida por tu aliento, para no tener que reprimir el salir huyendo y simplemente fingir.
Me cuesta sonreír como antes, también llorar, a veces me cuesta respirar y mi garganta cerrada no deja salir las palabras que quiero decir: «Esto es el fin» , las palabras que no quieres oír.
Así que simplemente se trata de fingir, ¡pero me cuesta tanto sonreír!
Ya no sé qué es perder el control.